Aplicar perfume parece simple, pero cómo lo hacés cambia su duración, intensidad y la manera en que se percibe.
¿Conviene aplicarlo en la piel o en la ropa? En GIO te contamos las claves para que tu fragancia rinda al máximo.
Perfume en la piel: la forma más clásica
La piel es el soporte natural del perfume: el calor corporal y tus aceites hacen que el aroma evolucione y se personalice.
- Ventajas: se adapta a tu química; revela salida, corazón y fondo como fue diseñado; sensación más íntima y natural.
- A tener en cuenta: en piel muy seca puede durar menos; evitá frotar tras aplicar porque altera el acorde.
Tip GIO: aplicá en puntos de pulso (muñecas, cuello, detrás de orejas, pliegue del codo) y sobre piel hidratada.
Perfume en la ropa: un plus de fijación
Las fibras textiles retienen el aroma por más tiempo y pueden proyectarlo de forma constante.
- Ventajas: mayor fijación; estela más notoria (sillage); ideal si sentís que el perfume “se va rápido”.
- A tener en cuenta: puede manchar o marcar telas delicadas (seda, lana clara); el aroma es más lineal y evoluciona menos.
Tip GIO: rociá a unos 20 cm y evitá tejidos delicados. Probá primero en un área poco visible.
Entonces… ¿piel o ropa?
Depende de tu objetivo:
- Buscás naturalidad y evolución del aroma → aplicá en piel.
- Querés máxima duración y proyección → sumá 1–2 atomizaciones en ropa (con cuidado).
La mejor fórmula muchas veces es combinada: puntos de pulso + un toque en la prenda para prolongar la presencia sin exagerar.
Errores comunes que reducen la duración
- Frotar las muñecas después de aplicar.
- Rociar demasiado cerca (se moja y satura un punto).
- Aplicar sólo sobre piel seca.
- Excederse en ambientes cerrados: menos es más.
Probá, experimentá y elegí la forma que mejor hable de vos. En GIO tenemos fragancias para cada estilo y momento.
